Historias
     => First love
     => broken hearts
     => Past love
     => significado del amor
     => ¿Por qué?
     => New hope
     => una segunda oportunidad
     Contacto
     Poesía
     Amor y pasión



historiasalba - New hope


El agua era lisa y cristalina gracias a la luz calida del sol, rozaba mi piel y me hacía sentir libre e independiente. Necesitaba relajarme y descansar después de las pesadas semanas que tuve que soportar. Quería quedarme en el agua para siempre, siempre me había gustado el mar, desde que era pequeña pero tenía cosas que hacer y tuve que salir del mar. Al salir algo agradó a mi vista y, en ese momento, el silencio me habló y me susurraba cosas que ni yo misma entendía. Allí estaba él, Sebastián, a lo alto del porche contemplándome y recordé, de repente, la primera vez que me besó, un beso limpio, cálido y lleno de pasión que me enseñó a querer y a saber algo más de mí misma. Al instante, bajó las escaleras del porche y se puso en frente de mí. Se quedó mirándome como si quisiera decirme algo. Pero antes de que pudiera decirle nada, me tomó de las manos y acarició mis sonrojadas mejillas con ternura y sensatez y me atrajo hacia él aun más. Yo no sabía qué hacer, pero el lo hacía todo por mí. Comenzamos a bailar con el atardecer casi a nuestros pies y yo tropezaba una y otra vez pero eso no le detenía. Yo apoyé mi cabeza en su amplio pecho y dejé que él me secara con su alta temperatura corporal. En ese momento, él acercó su boca y unió sus labios con los míos. Ambos compartimos un momento de pasión y nos relajamos sentados en la arena de la playa. Aquel momento fue encantador para mí, cada vez que me tocaba o apenas me rozaba sentía una especie de electricidad que me ataba a él.

Pasamos horas y horas tumbados en la arena besándonos, compartiendo saliva y disfrutando del momento. Cuando dieron las doce de la madrugada, el reloj de su mano sonó. Él tomó mis manos y, con sus labios, rozó mis dedos de un lado a otro. Pero algo no iba bien, a pesar de que todo parecía estar en su sitio, a él algo le preocupaba. Yo le abracé y a él le sorprendió viniendo de mí pero yo seguía abrazándole. Así que rompí el silencio:

-          ¿Qué te ocurre?, te noto distraído y preocupado – pregunté intrigada.

-          Es increíble que no entiendas nada de lo que está pasando – contestó con ironía.

-          No te entiendo, ¿qué ocurre? – dije.

-          Corres grave peligro estando a mi lado, tú sabes que Andrés vendrá y me perseguirá hasta matarme – contestó con cierta tristeza.

-          Yo no dejaré que te pase nada, no pienso alejarme de ti por un hombre que se está volviendo cada día más loco solo porque se echa la culpa de la muerte de su hija, me niego a aceptar algo semejante.

-          Mmm siempre tan leal, es lo que me gusta de ti, pero no podrás protegerme siempre. – contestó entre risas.

-          Bueno pues te enseñaré a defenderte, te entrenaré como me entrenaron a mí. – contesté decidida.

-          ¿Hablas en serio? – preguntó impresionado.

-          Pues claro, no puedes esconderte toda la vida Sebastián tienes que parar todo esto para tener una vida normal. Se que yo no soy la persona indicada para ese puesto eso lo tengo presente. – dije mirando al mar.

-          No podría ser otra persona más que tú – dijo mientras acercaba mi barbilla a su cara.

 

Al terminar la conversación, él me atrajo hacia su cuerpo y me besó de nuevo, envolviéndome con sus brazos, entrelazándo nuestras lenguas y al instante nos vimos sumergidos en un profundo sueño.

Al percatarme de las primeras luces del alba, me dirigí hacia la casa y me cambié de ropa, dejando dormir a Sebastián un poco más. Enseguida volví a la playa y desperté a Sebastián, dándole ropa para que cambiara. Era un chándal muy cómodo y el, al instante, comprobó qué se proponía:

-          A partir de ahora yo seré tu entrenadora, te enseñaré a luchar, a defenderte y a pensar por ti mismo.

 

El me miró pero sabía que hablaba en serio así que se levantó y se cambio. Yo, muy seria hice unos estiramientos y él siguió mi ritmo:

-          Haremos 15 minutos de carrera lenta y dos de carrera rápida, ¿estás preparado? – dije muy seria.

-          Si, preparado – contestó con ojos decididos.

 

El ritmo que yo tenía era muy diferente al de Sebastián pero, aun así, aguantó muy bien las carreras. Cuando habían terminado las carreras, yo cogí unos palos alargados y le pasé uno por el aire:

-          Intenta atacarme usando el palo. – le ordené.

-          De acuerdo. – respondió.

 

Tras varios turnos no consiguió darme ni una sola vez pero él no se rendía y me dio la sensación de que tenía algo de práctica.

Así entrenamos durante semanas incluso meses, pero él aprendía muy rápido y empezaba a saber defenderse.

Cuando ya dominaba por completo la lucha, comencé a enseñarle a disparar. Eso sí que no se le daba bien lo cual no me parecía raro.

Cuando ya era de noche, dejamos las pistolas y nos fuimos a casa a descansar de un pesado día. Él y yo hacía bastante tiempo que manteníamos una conversación de verdad y eso me inquietó, aunque supuse que solo quería centrarse a fondo en las clases, así que no le importancia. Pero una noche todo cambió. Estábamos durmiendo cuando alguien había abierto la puerta de la entrada y yo lo sentí pues mi sueño era ligero. Sebastián estaba completamente dormido a causa de su entrenamiento. Dejé que el intruso se acercara un poco más y cuando se acercó a la cama intentó apuñalar a Sebastián. Yo reaccioné y le diré el cuchillo de un golpe y tras una patada salió por la ventana rompiendo el cristal. Sebastián se despertó pero antes de que pudiera decir nada yo salí y perseguí al intruso antes de que escapara. Al cabo de unos minutos, yo volví a la casa arrastrando al hombre que estaba desmayado. Cogí una silla y lo até con cuerdas de modo que no se pudiera mover. Al terminar de atarle, se despertó:

-          ¿Quién eres? – pregunté enfadada.

-          No pienso hablar – contestó riéndose.

 

Le agarré por el cuello y comencé a apretar:

-          ¿Quieres morir asquerosa rata? – pregunté muy enfadada.

-          Déjale Ruth, es Ron, un hombre que traicionó a Andrés. – respondío Sebastián decidido interviniendo en la conversación.

-          ¿Estas seguro? – pregunte insegura.

-          Completamente Ruth, él me ayudó en una ocasión a escapar de Andrés.

-          Entonces, ¿por qué te estaba apuntando con un cuchillo? – pregunté con ironía.

-          Necesita saber que era Sebastián, lo hice para asegurarme. Jamás le haría daño preciosa. – contestó con una risita en la comisura.

-          Ron déjala si no quieres vértelas conmigo. – le amenazó Sebastián.

 

 

Mientras Ron y Sebastián se abrazaban y reían entre ellos yo me sentía impotente y no sabía qué hacer. En ese momento supe que Andrés no dejaría en paz a Sebastián y eso me rompía el corazón, ¿y si no podemos tener una vida normal?. Por primera vez en mi vida deseaba tener una vida normal con alguien normal, casarse, tener hijos, envejecer con alguien a mi lado… pero eso estaba muy lejano en mi vida.

Al caer la noche Sebastián estaba profundamente dormido y Ron estaba en la habitación de invitados. Estaba decidida a ir a por Andrés y acabar con esa situación de una vez por todas. Escribí una nota y la dejé en la almohada junto a Sebastián y le dio un cálido beso de despedida por si no volvía. Ese pensamiento me inquietaba y no soportaba pensar en que nunca le volvería a ver pero debía resistir, por Sebastián, por los dos. No se dejaría vencer por nada.

 

Tras varias horas después, el alba asomaba en la mañana y Sebastián se despertó pensado que me encontraría a su lado pero cuando se dio cuenta de que no era así, encontró la nota que decía:

-          Querido Sebastián:

-          Se que nunca me vas a perdonar lo que he hecho pero tenía que acabar con esto de una vez por todas. Supongo que ya me conoces y sabes que te quiero y que no soportaría que te pasara nada malo, antes prefiero morir. Te ruego que me perdones y que, si no vuelvo, me recuerdes como la persona que conociste, la persona de la te enamoraste no de la que he hecho yo por mí misma. Quiero que seas feliz y puesto que yo te he metido en este lío, yo te sacaré. Mi mejor recuerdo ha sido, es y siempre será la primera vez que me besaste…………………………………… TE QUIERO. Hasta siempre.

 

Sebastián estaba destrozado y al instante se vistió con lo que primero que tenía a la vista. Despertó a Ron y salieron para el aeropuerto. Lo único que Sebastián quería era llegar a tiempo a por mí

 

Yo acababa de llegar a Nueva York lista y preparada para enfrentarme a Andrés. Su oficina no estaba lejos de mi posición y al cabo de 15 minutos entré en la puerta principal. Me dirigí al ascensor y cuando estaba llegando a la quinta planta, cogí mis mejores armas y me dispuse a salir del ascensor. Lo que no sabía era que Andrés me estaba esperando, sentado en su mesa bebiendo y fumando:

-          Hola preciosa, ¿te lo has pasado bien con mi presa? – preguntó enfadado.

-          He venido a matarte ya lo sabes – dije seria.

-          Si, lo se pero la pregunta es ¿cómo lo conseguirás? – dijo riéndose.

-          No quiero juegos Andrés, solo tú y yo – respondí

-          Eres perfecta chiquilla. Cuando te ví por primera vez, me quedé asombrado al conocer a tan linda belleza, de verdad, pero sabía que nunca te tendría para mí. Pero cuando te fuiste con ese mal nacido el alma se me desgarró, nunca pensé que fueras tan inconsciente – dijo levantándose.

-          Tú o tienes alma y lo sabes. Pero si tanto te importa, lo que me cambió fue el amor que sentimos Sebastián y yo, eso es lo único que me mantiene viva.

-          Por poco tiempo preciosa – dijo con ironía.

 

Todo ocurrió muy deprisa, yo estaba luchando contra Andrés. Él tenía experiencia pero yo conocía muy bien lo que hacía. Tras varios golpes, reacioné y le di un golpe casi mortal en el cuello. Andrés calló pero al levantarse me apuntó con un arma. Yo al instante levanté las manos y con una sonrisa en la cara, apretó el gatillo y la bala me dio de lleno. Sentía que la vida se me escapaba en pocos segundos. Mi último recuerdo fue para Sebastián y de repente, me quedé sin respiración y me invadió un profundo sueño pero antes de perder totalmente el conocimiento me pareció escuchar la voz de Sebastián.

 

Estaba dolorida y no sabía donde estaba, todo era confuso. Me dolía todo el pecho y me desperté. A mi lado estaba Sebastián. Estaba dormido pero me escuchó respirar profundo y se despertó. Su rostro parecía cansado y me sentí culpable, pero como siempre el se me adelantó:

-          Estas totalmente loca Ruth – me dijo preocupado.

-          ¿Dónde estoy? – pregunte aturdida.

-          En el hospital de Chicago – respondió

-          ¿No se supone que debería estar muerta? – pregunté.

-          Sí, pero el chaleco de balas te salvó, por suerte. Como pudiste dejarme de esa manera no sabes el disgusto que he pasado. Pensé que no te volvería a ver. No vuelvas a hacer algo así ¿me oyes? Jamás.

-          Lo siento pero tenía que hacerlo – respondí

-          Tú no tenías que hacer nada. Por dios, casi te matan.

-          Por favor no me regañes, te lo ruego. Espera ¿Dónde está Andrés?

-          Muerto. Al dispararte yo le disparé por detrás, 6 veces, te hizo daño y eso no lo pude consentir.

-          Valla al final has aprendido algo de lo que te enseñé – dije sonriendo.

 

Estaba dichosa, por fin podía tener una vida normal con él, con Sebastián, no podía creerlo. Sentía una felicidad infinita en el pecho. Nadie podía estropear ese momento. Ahora tenía la certeza de que mi vida con Sebastián iría bien. Rozó mis labios con su boca y luego la nariz y volvió a la boca y me besó, un beso cálido como solo él podía darme, potente, sincero y sobretodo fuerte que izo que me quedara sin aliento.

 

No podía ser de otra manera y en ese momento descubrí que nadie puede escapar del primer amor, nadie y mucho menos yo…

Hoy habia 1 visitantes (2 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!

Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis